El hornero, pájaro nacional de la Argentina y el preferido desde siempre por la autora.
Quien a la postre acabó siendo su prologuista, el reconocido escritor, poeta teórico y filósofo, ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM", tuvo la deferencia de reconocer las virtudes tanto de su estilo como del trabajo literario realizado, dedicándole unas muy especiales palabras -dignas de un verdadero especialista en la materia- elaboradas desde el más profundo de los análisis o de la comprensión interpretativa perfecta, las cuales se reproducen en el siguiente párrafo.
"El cuaderno de versos de la poeta - madre argentina, Aída Raquel Cavagliato, brota de la Tierra en estos buenos tiempos, como brotarán las santas cigarras que un día se fueron y las creyeron muertas por tanto esperar.
Sus versos sencillos, contenidos, fermentados por la espera y la nostalgia, debieron transmutar a la siguiente generación para conocer la luz del sol. Es fácil entender que el poemario de Aída Raquel Cavagliato fue guardado en un frasquito oscuro de vidrio -donde se guardan las esencias· y que fue allí, batido por el tiempo, como el mortero eficiente del paso de los años maceró las dulces palabras, catalizadas con risa y con dolor.
Vimos, entonces, en sus poemas, que su corazón derramaba sin cesar, el alioli fragante, como de una madre estigmatizada, sumisa al poder del amor, y con esto, logró prodigar para este mundo los tres más altos poemas que concibió su vida; Mariela Verónica, Roxana Paola y Carlos Alberto, sus hijos.
Anticipemos un poco la bella poesía de la poeta - madre, con su poema Volar:
"Mañana,
cuando los sueños
terminen como huesos
vueltos polvo,
y regresen mas tarde
-siendo frescos-,
para siempre he de dormir.
Cuando nadie confunda
sublimidad con depresión,
volaré por la galaxia
más hermoso
con una corta,
un verso,
y una flor".
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