AIDA RAQUEL CAVAGLIATO nació el 6 de noviembre de 1938, en una casa de la calle Esperanza -hoy, Pareja- el barrio de Villa Devoto de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
Hija del maestro mayor en obras, Antonio Badún Cavagliato (1911 - 1956) y la ama de casa, Catalina Lucía Polverino, fue la segunda de cinco hermanos: Marta Susana (1936 - 1991), Bernardo (1941), Antonio, "El Negro" (1941 - 1980) y Norberto (1945 - 2006).
Aunque su padre fue también poeta -además de gran bohemio- y la madre dueña de una prodigiosa voz que la llevó a cantar de forma ocasional con la orquesta de tango de Osvaldo Pugliese, estuvo lejos de criarse en el entorno necesario para el desarrollo de cualquier artista.
Foto familiar, tomada hacia finales del año 1948.
El trabajo del jefe de la familia implicaba construir casas y mudarse al terminarlas continuamente, lo cual sumado a los siempre bajos o efímeros ingresos económicos, confinó a la familia a una situación más bien precaria.
A pesar de contribuir a la manutención del hogar desempeñando duras faenas desde los cinco años, la futura poetisa llegaría a residir en diecisiete domicilios distintos, lejos de los suyos, conociendo de primera mano la soledad, el maltrato, las diferencias, abusos de autoridad e injustucias de quienes muchas veces a pesar de ser familia, se aprovechan de la necesidad ajena.
Vida temprana
A la edad de 8 años.
Si bien su rendimiento académico se vio afectado de manera notable, la naturaleza autodidacta le permitió el acceso al conocimiento de la cultura universal.
El tango está en auge con las grandes orquestas a la cabeza, cuya música, voces o letras hacen parte de las escasos entretenimientos de la niña, que llegará a aprender de memoria vastos repertorios de consagrados artistas brindándole sus influencias.
Mientras con el arribo a la adolescencia se dejaba deslumbrar por los pintores renacentistas, creció a la sombra de los poemas de Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Felipe Sassone, Amado Nervo y del Siglo de Oro Español en general, entre otros exponentes de la poesía, la literatura o la filosofía, que junto a un creciente fervor religioso acaban de forjarle el carácter.
Fotografía posterizada del padre de la autora, fallecido con apenas 46 años de edad.
El temprano fallecimiento del padre en plena calle con apenas quince años de edad, marcaría su vida para siempre. Al hecho traumático, se suma el hecho de convertirse en el principal sostén familiar, si bien desde los doce laboraba en la antigua fábrica textil Fadeté - Recolán.
Un año más tarde ingresa en la reconocida Casa Muñoz, ascendiendo desde el cargo inicial de obrera del vestido a Jefa de Planificación y Producción, recibiendo los elogios del personal jerárquico por su excelente desempeño, que al final de su período laboral formal hacia principios de los años setenta del S. XX, dejó a la casa en superávit.
Trabajo y estilo
A la izquierda, departiendo con
dos compañeras en la sede de Casa Muñoz.
Comprometida con la familia a rajatabla, son los tiempos en los cuales trabaja dos o casi tres turnos diarios, incluyendo fines de semana u horas extras, pero no obstante sacrifica horas de sueño, de descanso, para entregarse a la lectura y la escritura, yendo en ocasiones a trabajar sin siquiera dormir.
Sus temáticas preferidas están orientadas hacia lo místico, la vida familiar, la nostalgia permanente, las carencias, las pequeñas alegrías de la vida, percibiéndose en el particular estilo que la caracteriza la continua presencia de la soledad, de personajes ausentes por distintas razones, además de omitir cualquier contenido asociado o con enfoque en lo sexual, contrariamente a la inmensa mayoría de los autores.
En mil novecientos sesenta y seis conoce en el trabajo a Carlos Alberto Ricchetti (1941 - 2013), quien será su esposo durante poco menos de medio siglo, contrayendo enlace en la capilla de la Abadía San Benito de Palermo de la ciudad de Buenos Aires.
Su madre, Catalina Lucía Polverino.
Dos años después llegaría al mundo su primogénito, Carlos Alberto (1969). Después de perder mellizos (1970), le siguen Roxana Paola (1974) y Mariela Verónica (1977).
La madre había contraído nupcias por segunda vez, dejando la economía del hogar familiar relativamente desahogada, pero ni siquiera así conocería el descanso. Obligada a dejar de laborar para avocarse al ciudado de los niños, sus tareas se multiplican ahora en el hogar, esta vez sin sueldo, sumada a las mudanzas que se incrementan a partir de 1975 como si la vida poco o nada hubiera cambiado desde la niñez.
Junto al marido, durante la primera noche que pasaron en Colombia al visitar a su hijo.
Actualidad
Poco tiempo después de casarse.
Durante los siguientes veinte años sigue acumulando escritos de singular calidad, siempre desde el anonimato, mientras vuelve a alternar trabajos temporarios en la medida que los hijos van creciendo y asumiendo sus propias responsabilidades.
Hacia 1996 la economía argentina comienza a resquebrajarse. El marido pierde el trabajo del banco donde se desempeñó veintinueve años. Inicia un emprendimiento comercial que resulta en un inmenso fracaso en parte debido a la situación. La historia se repite: Vuelve a alternar distintos trabajos, presionada por el endeudamiento derivado de la falta de ingresos, consumiendo los escasos ahorros.
Sus hijos Roxana Paola (de pie), Carlos Alberto (en cuclillas sosteniendo al sobrino, Pablo y Mariela Verónica, inclinada sobre una silla de bebé (1978).
El fin de siglo y los primeros años del siguiente, la sorprenden desvelada, llena de preocupaciones, incertidumbre, angustia. El balance de la vida, la nostalgia, los recuerdos que recrudecen, las viejas figuras familiares, la hacen volcar contenidos más profundos sobre el corazón del papel. Siempre prefirió el bolígrafo, las hojas, cuando no los trozos de papel, por encima de los ordenadores. La excepción con las máquinas fue durante un curso de juventud realizado en las desaparecidas Academias "Pitman", donde asistió a cursos de mecanografía.
Superando los distintos inconvenientes, se anima a participar después de décadas en concursos de poemas de varias editoriales locales, recibiendo varias menciones de honor.
Año 2000: De izquierda a derecha, Carlos Alberto Ricchetti (p), Mariela Verónica, Roxana Paola, Carlos Alberto y Aída Raquel Cavagliato.
Sin embargo el transcurso inexorable del tiempo sin publicar ninguna obra, hacen que el hijo mayor, tras el lanzamiento también postergado de su primer libro, estudie la necesidad de hacer realidad el viejo sueño de publicar pese a residir en el exterior. Realizadas las pertinentes labores de corrección y de los invaluables aportes del escritor, poeta teórico y filósofo, ALEXÁNDER GRANADA RESTREPO, "MATU SALEM", mientras el poemario LA NIÑA DE LAS CEBOLLITAS de AÍDA RAQUEL CAVAGLIATO DE RICCHETTI se encuentra en fase de diagramación e impresión, comienzan a verse los primeros frutos.
En la ciudad balnearia de Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires), Argentina.
Previo a la elaboración de la presente página web, el suplemento ARCÓN CULTURAL de Diario EL POLITICÓN DE RISARALDA, elige a la autora para encabezar su antología quincenal de poesía.
Así mismo, algunas piezas del poemario estarán presentes en la compilación a realizar por el CÍRCULO DE POETAS IGNOTOS (CIPI), entidad encargada de la difusión poética solidaria tanto en Colombia, América y el mundo.
Muy buen relato biográfico. Una vida de lucha y privaciones que forjó un temperamento poético.
Una página web merecida. Un saludo a la poetisa 😘